domingo, 17 de mayo de 2015

historias de terror Reales

¿te has imaginado alguna ves, cual seria tu reacción si te encontraras viviendo una experiencia paranormal? ¡si la respuesta es no, te invito a que te adentres en estos relatos basados en la vida real!



La Muñeca de Porcelana



"¡Mamá, quiero esa muñeca!" Dijo la pequeña Isabel totalmente nerviosa por tener una nueva muñeca. "Volveremos mañana para comprártela, ¿vale? pero recuérdamelo, Isabel" le contestó su madre en la misma tienda de antigüedades.

Isabel tenía sólo siete años y medio, pero ella podía tener todo lo que le gustaba gracias a su mirada de pena que les ponía a sus padres. Esa misma noche, la pequeña tuvo dificultades para dormirse ya que sólo pensaba en su futura nueva muñeca. Incluso si tenía un brazo menos, era la muñeca de porcelana más bonita que había visto nunca. Ella tenía muchas, pero esa iba a ser la más bonita de su colección.
A la mañana siguiente, Isabel desayunó viendo sus dibujos favoritos, como cada mañana. Había soñado tanto con su muñeca que tenía sueño, estaba cansada y ya no quería esa muñeca. Ya no le gustaba. Así que pasó el día enjugazada con otras cosas y no le recordó a su madre que tenían que ir a por la muñeca, porque ya no la deseaba.
Llegó la noche e Isabel fue a acostarse al piso de arriba. Ella tenía miedo de estar arriba sola, así que su madre subía con ella y se ponía en la habitación de al lado a coser. Una media hora más tarde de haberse acostado, una voz aguda despertó a la niña susurrándole al oído: "Subo 1, 2, 3 escalones..." La pequeña Isabel gritó asustada llamando a su madre: "Mamá, hay alguien en la escalera que hace ruido" Su madre la tranquilizó diciendo que no había nada en absoluto. En cuanto la madre abandonó la habitación, Isabel volvió a oír ese susurro que le dijo "Subo 4, 5, 6 escalones..." De nuevo Isabel llamó a su madre. Su madre le volvió a contestar que se tranquilizara, que sería el ruido del frigorífico.
Pero la pequeña voz continuó subiendo las escaleras: "Subo 7, 8, 9, 10 escalones y ya estoy en el pasillo", repitió la pequeña voz con una risa sarcástica.
A la mañana siguiente, la madre de Isabel se sorprendió de despertarse antes de ella. Pero pensó en las dificultades que había tenido para dormirse y pensó que estaría cansada. Pero transcurrida una hora le pareció raro que aún no se hubiera despertado, por lo que subió a ver cómo estaba su hija. La madre gritó con terror viendo a su hija ahogada en su propia sangre y apuñalada más de 17 veces, con el brazo arrancado y viendo a esa pequeña y adorable muñeca de la tienda de antigüedades con el brazo de su hija como sustituto del suyo.

tabla de ouija de la tía postiza



Bueno, ¿Cómo carajos se juega a esto? – bufó Abraham, el rugbyer grandullón mete roñas del colegio. Nunca en su vida había jugado con una tabla "inútil" de ouija, pero claro, como todo lo que no conocía, era inservible, estúpido, idiota, etc.
Bueno, si dejan de insultar y se callan, les explicaré las reglas. Esto incluye lo que deben hacer, y lo que no deben hacer, como insultar a los difuntos. ¿Entendido? – Ironizó Geraldine, la chica engañosa quien habría arrastrado al grupo "ricón" del colegio a jugar invocando almas en pena. "Ricones" como ella y muchos más les llaman. Queriendo resumir "Desechos humanos con dinero que creen poder dominar y humillar a los demás por que sus ricos papis les cubrirán el trasero de las autoridades".
La tabla era una reliquia de la tía tercera postiza por parte de la abuela segunda de la tía madre vieja de su padre (o al menos así le ironizó su él cuando le trajo la caja con el tablero dentro), que ella ni sabía que eran parientes. Ni siquiera sabía que existían. En fin, la mujer murió y le dejo una antigua y estúpida tabla de ouija.

Mientras leen este relato, se que se estarán preguntando por que Geraldine habría llevado al quinteto de "Ricones" a jugar a la ouija. Semanas después de haber recibido la la tabla la había almacenado como todo lo que no quería en un lugar en el ático. El juego estaba allí, muy alejado de lo que sería su habitación, pero aún así comenzó a experimentar tentadores sueños. Sueños que implicaban una venganza segura y una innumerable cantidad de poder. Los sueños son fáciles de ignorar, solo son cosas que pasan mientras dormimos y ya. Todos los ignoramos, pero, acaso ¿todos experimentamos sueños constantes?
Ya iban meses y meses soñando lo mismo. Soñando con poder acabar con el sufrimiento y la humillación que le hacían sufrir los cerdos millonarios. Acabar con las palizas, las bebidas en la cara, los chicles y las porquerías en el cabello, el ver una chica sumamente vanidosa se acerque y bese a tu novio frente a tu propia cara y no poder hacer nada, por que al contarle al director, este conteste que tus acusaciones son nulas, y en tu interior saber que recibió una gran suma de dinero por parte de los Padres ricos. Todo los sueños, terminaban con ella, cubierta de sangre, feliz y empacando la tabla para volverla a guardar en el ático.
Luchaba por contener dichos sueños, pero ya le estaban constando el descanso. Las ojeras crecían bajos sus grises ojos, la palidez aumentaba en su piel blanca volviendo la grisácea y la cabeza le dolía como los mil demonios. Ya cansada, fue a por la tabla. En su centro, un rubí rojo como la sangre resplandecía en un brillo ennegrecido. Ella creyó que era por el polvo y decidió frotarlo, al hacerlo, cayó desmayada a velocidad rayo. Cuando despertó, la noche caía dejando ver las luminosas estrellas y la luna dando paso a una especie de luz, con un brillo rojo que cubría el cuerpo de Geraldine. Su mirada atontada miraba hacía la luna, vagaba por un mundo inexistente que la luz le proporcionaba. Pronto se puso de pie, decidida a que hacer. Ya tenía todo planeado.

No bastó de mucho tiempo para convencer a los cinco idiotas de ir a jugar una partida de ouija. Después de todo, estos ya habrían perdido la virginidad de más de 10 formas, habrían tomado alcohol hasta caer desmayados y quizá hasta incluso drogas, probablemente ya hayan tenido más de 5 entradas a la comisaría y todo con 17 años. ¿Por qué no probar una nueva experiencia que incluya espectros a manos de la chica a quien jodemos tanto? ¡Bien, hagámoslo!
Y aquí estaban, los seis juntos. Geraldine sabiendo en parte lo que haría, y en parte no. Era como si una fuerza instintiva la dominara en aquel momento. Allí estaban Abraham, Gale, Lucila (a quien Geraldine le guardaba un rencor especial) y por ultimo Camila y Damian, los mellizos. Lucila era quien beso a Jens. Por eso la odiaba tanto. Solo lo hizo por humillar a Geraldine. Esto favoreció su sobrenombre, Lucy "la de piernas flojas".

Todos estaban ahí por cometer el mismo pecado, el creerse superiores. Pero pronto sabrían con quien hay que meterse y con quien vale cruzarse de vereda al verlo caminar.

Bueno, tómense de las manos. Respiren profundo y oren. Piensen a quien desean ver. – Dijo al fin Geraldine, con la venganza haciéndosele agua a la boca.

Deseo ver el fantasma de la madre prostituta de Gerald. Bromeo ennegrecidamente Gale, mientras todos reían por lo bajo y Geraldine contenía las lagrimas de enojo por su madre muerta ya hace tres años. – De seguro ella podrá complacerme, después de todo, Lucy no quiere hacerlo. Gerald contenía la furia, el momento ya se acercaba. Pero aún así, Gale debía aprender cuando callar. De alguna u otra forma se lo haría saber. Oh, si que lo haría.

Calla Gale, asustaras a los espíritus y no obtendrás nada de mí. Finalizó Lucila.
Pronto comenzaron a orar por lo bajo, el instinto hizo abrir los ojos a Gerald. El rubí en medio de la tabla comenzaba a resplandecer.

Pronto se asustó, pero aun así permaneció arrodillada en el suelo, tomada de las manos de sus horribles compañeros mientras estos en una especie de trance oraban y mantenían sus ojos cerrados. La mujer estaba vestida de blanco, y su cara era tan angelical como sus movimientos. Sus ojos azules relucían en la oscuridad del ático, y su dulce sonrisa hacía que Gerald ya no temiera. Era una mujer familiar. Todo su ser le recordaba a alguien. Esa bella dama de blanco era su madre.
Esta tomo una especie de cuchilla, solo que sin mango y pequeña. – Te quiero Geri – susurro y la dejó helada. Pronto, se movía dulcemente alrededor de los adolescentes en trance, cortándoles el cuello, en un infinito baño de sangre, estos no reaccionaban, estaban vagando en el mismo mundo que Gerald al ver el resplandecer del rubí rojo en el centro de la tabla de ouija.

Comenzó por Abraham, Camila, Damian, Lucila y finalizo con Gerald. Se acerco a Geraldine, acerco su mano y la acaricio en la mejilla. – Te quiero – volvió a decir, y en un abrir y cerrar de ojos, ya no estaba. Tampoco los cuerpos, solo la sangre, brillante a la luz del rubí que aún brillaba.

Gerald tomó la tabla y la colocó en su caja. Lloriqueos y gritos de dolor y agonía de los "Ricones" provenían de la tabla. Probablemente ya estarían siendo torturados en quien sabe donde, quizá el infierno. Geraldine sonrió, cubierta en sangre y guardó la tabla, la cual estaba impecable. Quedaba mucho por limpiar antes de que su padre llegara.

                                                    
                                                  aniversario de muerte


Es una noche cerrada cuando un muchacho que vuelve a casa en su coche descubre en el borde de la carretera una chica que hace autostop. La chica parece aterrorizada y helada, por lo que el chaval decide pararse, ayudarla y acompañarla a casa. Como suponía, ella estaba helada, por lo que le presta su chaqueta. La chica no es muy habladora así que es él quien habla casi todo el trayecto.
A la mañana siguiente el muchacho se da cuenta que la muchacha se llevó su chaqueta a casa. Para recuperarla (y para volver a verla, pues le gustó) decide volver a la casa de ella, donde la había dejado la noche. Cuando llama a la puerta una señora no muy mayor, pero sí desmejorada, le abre la puerta. Él le explica lo sucedido y pregunta por su hija. Conforme el relato del chico avanzaba la mujer palidecía más y más. Terminó rompiendo a llorar.


Tras recuperarse del shock inicial, la mujer le pide un momento al chico, entra al interior de la casa y vuelve al poco tiempo con una foto. Se la muestra al chico. Es una foto en la que sale la chica de la noche anterior. La dama llena de dolor y con la cara llena de lágrimas le cuenta que la chica era su hija. Era. Murió en un accidente de coche un año atrás en la misma carretera en la que supuestamente la encontró. La noche anterior exactamente era el aniversario de su muerte.  El chico, escéptico, va al cementerio a comprobar si es cierto lo que dice. Y allí el terror le inmoviliza y le hace palidecer. Sobre una tumba, la tumba de la muchacha, estaba su chaqueta.

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